EVS a Vilnius (Lituània)

EVS a Vilnius (Lituània)
Las diferentes fases de adaptación que se experimentan al irte a vivir a otro país son teoría. Cada uno somos distintos y experimentamos este proceso con unas características, una temporalidad, unas anécdotas diferentes, adaptadas a lo que somos.
El entusiasmo inicial casi podría ser el mismo para todos los que emprendemos esta nueva aventura. En mi caso me sentía genial por cambiar de vida, necesitaba un cambio sobretodo finalizados mis estudios y viendo las perspectivas de trabajo que hay en España. Empezaría a hacer lo que quería: algo relacionado con mi formación, a trabajar con niños, en un país diferente con gente diferente dónde todo era nuevo y sorprendente. Al llegar aquí todos eran muy amables, muy amistosos conmigo. El proyecto me parecía genial. Llegué con pocas expectativas así que al explicarme todo lo que tenía oportunidad de hacer fue: uuuaaauuu :D!!! Un gran abanico de posibilidades dónde podía desarrollar mis habilidades y competencias.
Al cabo de unos diez días tuve el entrenamiento de llegada sobre el voluntariado europeo así que conocí a varios voluntarios que estaban aquí en la misma situación que yo de diferentes partes de Europa. Eso se convirtió en una red, voluntarios llevaron a voluntarios creando una gran familia.

blankAl conocer a la gente local empecé a conocer el baile de la serpiente. ¿Qué es esto? Nosotros españoles así como franceses, portugueses, italianos… damos dos besos en la mejilla al conocer a la gente. Esto aquí es impensable, ¿acercarse tanto y encima dando dos besos sin conocer a la persona? Lo mismo me paso el primer día al coger el bus al darle las monedas al conductor en la mano. Me dijo algo en lituano con un poco de enfado podría decir y señalándome una bandejita que tienen para poner el dinero. Luego me di cuenta que lo tenían en los supermercados, bares… Yo española acostumbrada a tocar a la gente tanto como pueda, a besar, a abrazar… y aquí establecen una distancia entre ellos enorme bajo nuestro punto de vista latino. Ni que hablar de la comida: patata, carne, patata, col, nata, carne, cremas, mantequilla, patata… todo muy pesado, graso y nada fresco. ¿Dónde te has metido Jennifer con lo bien que estabas en Barcelona?
Así que me juntaba con los voluntarios dónde estábamos más cómodos y era todo más fácil. Todos nosotros estábamos en la misma situación, lejos de casa en un país para muchos bastante diferente al nuestro. Siempre estaba fuera de casa, ocupada y con alguna fiesta por medio.

Una compañera de la organización me comentó sobre un workshop acerca de los derechos humanos con el tópico de la xenofobia y racismo. Me interesé enseguida ya que es algo que podía utilizar con los niños y me interesaba para mi desarrollo profesional. También suponía una ocasión para conocer a gente de aquí y alejarme del entorno de los voluntarios. Y encima… GRATIS!!! La mejor palabra que un voluntario puede oir!
Fue una experiencia genial dónde conocí a mucha gente de diferentes países como Turquía, India, Nigeria, Hungría… por supuesto gente de Lituania. Aprendí muchas cosas relacionadas con manera de trabajar en grupos, superación, comida,…

Tras este camp experimenté períodos de soledad más que por la cultura por el entorno y por el uso del tiempo libre. Esto supuso un cambio del punto de vista de mi estancia aquí replanteándome: qué hacía? porqué había llegado hasta aquí? dónde quería llegar? qué quería conseguir? Volví al punto de vista inicial tras el choque cultural. Así que decidí relacionarme más con gente local que había tenido la oportunidad de conocer, hacer otras cosas y vivir más el día, sentarme y centrarme en el trabajo que estaba haciendo aquí. Lo mismo que hacía en Barcelona.

Esto es lo que quería, llegar hasta aquí y trabajar con niños así como integrarme en esta cultura y conocerla. ¿Por qué una vez aquí tenía que desaprovechar esta experiencia y seguir un camino que no me llenaba? Me estoy acostumbrando a su idiosincrasia cultural como respetando el espacio entre personas aunque siempre aportando el calor español, cocinando comida española para no echarla tanto de menos aunque comiendo la suya. También olvidar palabras en español tras el uso del inglés y el esfuerzo por aprender su lengua, el lituano. Disfruto de la ciudad como el precioso amanecer y atardecer que se observa claramente todos los días, la naturaleza, su arquitectura, sus ríos (no hay playa pero al menos hay ríos y lagos)… Así como la calidez de la gente una vez la conoces como de mis mentoras que me muestran su país y cultura… Me gusta lo que veo y lo que experimento aquí.
Muy importante para la adaptación es el proyecto. El empezar a hacer actividades por iniciativa propia como una tarde española en la que bailamos la macarena, comimos paella valenciana, tortilla, jamón…, un taller de pintura surrealista en el que nos retratamos los unos a los otros al puro estilo Dalí… Esto me ha permitido sentirme útil y valorada a la vez que mejora mi confianza. Sentirme encajada en el proyecto que sigue siendo igual como al principio me lo explicaron o incluso mejor es una gran suerte que no todos mis compañeros tienen. Me están proponiendo oportunidades como formaciones, viajes… que no pensaba ni que formaban parte del proyecto.
A cada uno nos llevan unas motivaciones a realizar un proyecto de voluntariado como esta oportunidad que nos ofrece Europa. Gente que necesita tiempo para pensar, gente que no sabe que hacer con su vida, gente que viene con unas expectativas muy altas y luego se choca con la realidad, gente que no encuentra trabajo… Lo que me llevó aquí era la gran motivación de aprender a trabajar con niños y viajar. Tras finalizar mis estudios de psicología y un máster en psicología forense y criminal tengo claro qué quiero, voy a trabajar y aprovechar esta oportunidad para conseguirlo.

Jennifer Ortí Pla