Save street children (Uganda)

Save street children (Uganda)

Nunca antes había estado en el África negra y después de tres meses allí puedo decir que Uganda es un país fascinante en muchos sentidos, sobre todo si tienes la oportunidad de trabajar codo con codo con gente de allí.

Quería hacer un voluntariado acorde con mi formación, experiencia e intereses en cualquier país, así que lo que buscaba era el proyecto, no el lugar. No importaba si era en Asia, África, Europa… Así que me embarqué en el infinito mundo de Internet a explorar organizaciones que tuvieran ofertas atractivas de voluntariado y que no costaran un riñón. Finalmente, descubrí que SCI disponía de una larga lista de voluntariados en países por todo el mundo, y había para todos los gustos. Y poco después di con el proyecto ideal para mí: un proyecto basado en los derechos de los niños que vivían en las calles de Kampala, la capital de Uganda. Se me iluminaron los ojos.

Tuve suerte porque un día después de enviar mi currículum y rellenar el formulario, David (el director de los LTV en ese momento) me comunicó que me habían admitido en la organización. Sólo me quedaba comprar el billete de avión. Un mes más tarde, el 26 de junio de este año, aterrizaba en Kampala. Los tres meses siguientes se convertirían en unos de los mejores de mi vida.

 

Uganda Pioneers Association o UPA es la contraparte de SCI en Uganda. Uno de sus voluntarios locales me recogió en el aeropuerto y me llevó a Nansana, a 8 km de Kampala, donde UPA tiene una bonita casa con jardín que acoge a los voluntarios internacionales. Puede sonar a que no tenía propósito de integrarme al 100% en la cultura ugandesa, pero visto lo visto, recomiendo que quien vaya a Uganda y trabaje con alguna organización a través de UPA se hospede allí, al menos las primeras semanas. Al principio el albergue puede parecer muy básico, pero después de varias semanas llega a convertirse en un pequeño lujo, pues inevitablemente se comparan las viviendas de los vecinos de alrededor con la casa de UPA, y además, te vas haciendo al país.

Durante los primeros tres días Claire, miembro de UPA, me familiarizó con la cultura del país y me explicó el que sería mi proyecto. Empecé a trabajar en SAVE STREET CHILDREN UGANDA, SASCU con mucha ilusión y con ánimos de dar lo mejor de mí. El director de la organización, Innocent Oburye, había vivido en la calle durante 9 años de su infancia. Me fascinó ver que una persona que había pasado por dificultades extremas estuviese dirigiendo una organización. Junto a él, conocí a otras personas que también habían estado en su misma situación y habían conseguido salir adelante gracias a la solidaridad de la gente. Ahora dedican su vida a luchar para que los 10.000 menores (de todas las edades, incluso bebés) que viven en las calles de Kampala tengan un techo bajo el que dormir y personas que les den cariño.

Mi trabajo en SASCU consistía en conseguir fondos para financiar los proyectos (educación, formación profesional, sensibilización, promulgación de los derechos de los menores, proyectos de microfinanciación, entre otros), asistir al departamento de comunicación y relaciones públicas y hacer visitas periódicas a los niños de la calle con los trabajadores sociales. En muy poco tiempo me hicieron sentir como un miembro más del equipo y delegaron en mí tareas importantes, ya que desde el primer momento me mostré entusiasmada por el proyecto.

Lo que más me impactó de mi trabajo en SASCU, sin duda, fueron los momentos que compartí con los niños de la calle. Esto es algo que cuento siempre: al principio no sabía cómo se iban a comportar estos chicos, por puro desconocimiento pensé que podrían tener una primera reacción hostil hacia la gente de fuera de su entorno. Y ¡cuánto me equivoqué! Nada más vernos, todos se echaron a nuestros brazos y lo único que querían era hablar con nosotros. Era evidente que conocían el motivo de nuestra visita.

Tal y como dice el nombre de la organización, SASCU centra su trabajo en los niños de la calle, además de apoyar a menores y jóvenes vulnerables y a familias sin recursos. Sus programas cubren todas la fases de un proceso que comienza por rescatar a estos niños de las calles y termina por proporcionarles las herramientas necesarias para que sean autónomos y gocen de una vida digna. Estos son menores que provienen de familias desestructuradas, en las que los maltratos, abusos y trabajos forzados son habituales. Algunos también han huido de conflictos o de redes de tráfico de personas y acaban viviendo a la intemperie en situación de vulnerabilidad y hostilidad, sumidos en la más absoluta indefensión. Ante la indiferencia del Estado, organizaciones como SASCU tienen una responsabilidad y una carga de trabajo mucho más elevada de lo que sería deseable.

SASCU, en aplicación de su programa de sensibilización, también forma parte de diferentes redes que ejercen presión sobre Gobierno de Uganda para que éste active los mecanismos de protección de los menores y lleve a cabo una correcta aplicación de la Ley de Menores.

Ahora, desde aquí, sigo colaborando con la organización porque creo en su trabajo y porque así siento que puedo alargar una muy enriquecedora y maravillosa experiencia.

Animo a todos los que les pique el gusanillo de hacer un voluntariado a que no duden y se lancen de cabeza a por él. Es una vivencia única que nadie debería permitirse el lujo de dejar pasar.

Blanca de Goenechea Caballos