Ingredients:
500 mililitros agua
1 cuchara sal
500 mililitros aceite de oliva
500 gramos harina de trigo
6 decilitros caldo del cocido
Para empezar, debemos limpiar y secar muy bien la mesa de la cocina sobre la que nos dispondremos a trabajar. Seguidamente, espolvoreamos la sal y la harina con ayuda de un colador sobre la mesa. Después, cogemos unas varillas de cocina o una escobilla y las mojamos con agua para después esparcir gotas de agua sobre la harina. El propósito es que se vayan formando grumos.
Para que sean más grandes añadimos más harina y después más agua y vamos reservando los grumos que logremos. También podemos ayudarnos con un colador, ya que éste retendrá los grumos y la harina sobrante caerá nuevamente sobre la mesa.
A continuación, ponemos en una sartén profunda el aceite. Cuando esté bien caliente freímos los grumos de harina que conseguimos en el paso anterior. Con una cuchara les damos la vuelta constantemente para que no se quemen, ni se peguen. Cuando estén dorados y tostados los retiramos del aceite y los escurrimos sobre papel absorbente de cocina.
Mientras los hormigonicos sueltan el exceso de aceite, calentamos el caldo del cocido. Apenas hierva comprobamos que la sal esté en su punto. Finalmente, ponemos los hormigonicos en los platos donde vamos a servir y encima echamos el caldo del cocido.
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